«La práctica no hace al maestro. Solo la práctica perfecta hace al maestro».
Esa es una famosa cita del legendario Vince Lombardi.
La semana pasada en LinkedIn la gente sugirió una modificación a esa línea: «Solo la ‘práctica perfecta’ hace que la ‘perfección’ sea permanente».
Me gusta. Pero no soy un gran creyente ni en la perfección y mucho menos en la perfección permanente.
Ambos suenan aburridos (además de indefinibles, inalcanzables e insostenibles).
El objetivo de los vendedores no es alcanzar la perfección. Es convertirte en la mejor versión de sí mismos.
Por mucho que lo intentemos, siempre tendremos imperfecciones. Eso es lo que nos hace humanos.
Por eso me gusta el concepto de práctica perfecta.
La práctica perfecta consiste en optimizar el valor de lo que practicas haciéndolo a la «velocidad del juego» y siendo entrenado y recibiendo retroalimentación sobre la(s) cosa(s) que practicas.
Toda la teoría de la práctica deliberada asume que no estás practicando tu oficio de forma aislada. Pero que estás recibiendo comentarios constructivos inmediatos y entrenamiento que puedes integrar en tiempo real en tu práctica y en las ventas de la vida real.
Es la diferencia entre ir a un campo de práctica de golf y golpear dos cubos de pelotas por tu cuenta en lugar de golpear un cubo de pelotas con tu entrenador parado detrás de ti y brindarte su retroalimentación inmediata después de cada swing que hagas. Dándote la oportunidad de mejorar el próximo swing.
Se trata de practicar con la misma intensidad y con los mismos estándares de rendimiento que harías en un entorno de la vida real (como una llamada de ventas o un juego).
Esto plantea un par de preguntas:
¿Cuánto tiempo dedicas a practicar tus habilidades de ventas cada semana?
¿Cuánto de ese tiempo de práctica la haces con un coach de ventas?
Saludos y felices ventas
Alejandro
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